
Desde la perspectiva de quien compra, la talla es una medida “estándar” por lo que no encajar dentro de ninguna de las cinco tradicionales (XS, S, M L, XL) puede generar una sensación de frustración. Ahora, como además se ha popularizado la idea de que no sólo debes encajar en estos moldes, sino que debe ser dentro de las tallas pequeñas, el daño que esto ha causado en la sociedad se ve reflejado en desórdenes alimenticios y problemas de salud mental. Definitivamente es un tema muy sensible ya que tiene relación directa con el autoestima de las personas, por esto es que el debate por el tallaje tiene una gran carga emocional.
Si miramos el lado de la producción, se ha visto que el tallaje tiene varios inconvenientes. Lo primero es que para poder ser inclusivo y crear una amplia variedad de tallas se requiere de una gran inversión de capital para realizar la producción. Por ejemplo, la marca LEVI´S cuenta con un sistema de tallas amplio, que no sólo tiene en cuenta los anchos sino también los largos e incluso las características en las siluetas de las personas. Por otro lado, la marca debe conocer tanto a su público al punto que pueda predecir cuántas prendas confeccionar en cada talla, según lo que estime que le van a comprar, una mala predicción genera pérdidas económicas e incluso residuos que no deberían serlo al tratarse de prendas sin uso alguno. Incluso uno de los mayores inconvenientes para las marcas en relación con las tallas es a través de la venta online, pues el número de devoluciones a causa de una mala escogencia de tallaje es enorme.
Si este tema causa tantos inconvenientes ¿por qué no estandarizarlas? Ha sido una propuesta que han hecho en varios países como en Argentina (que está cerca de crear un precedente), en España e incluso en Colombia se ha hablado del tema, pero a la fecha no hay un caso de implementación ya que existen dificultades técnicas y de intereses que lo hace un tema de complejidad muy alta. Para una estandarización se requeriría llevar a cabo un estudio morfológico de la población, que sea adecuado para poder sacar un estándar, en todo caso seguiría siendo eso un estándar que termina por excluir una gran variedad de cuerpos y siluetas que también hacen parte de la sociedad, más aún en una sociedad como Colombia en la cual hay gran diversidad de cuerpos. En el caso en que se decidiera llevar a cabo este estudio, se debe tener en mente que además debe ser periódico considerando que el canon de belleza, los estilos de vida o los hábitos predominantes de la época, hacen que de generación en generación los cuerpos cambien.
Por otro lado, aunque el cuadro de tallas hace parte de un aspecto técnico de la producción de prendas, medios internacionales han acusado de que se ha visto permeado por estrategias de marketing. Este es el caso del “vanity sizing” (denominado así por medios como la revista Time) utilizado en el tallaje estadounidense, en donde las marcas se dieron cuenta que si un consumidor se siente feliz con el número o letra de su talla siente un impulso de comprar más, por lo cual han manipulado el tamaño de las tallas para generar sensaciones de satisfacción. Podemos verlo en la evolución que ha tenido la talla 8 a través de las décadas, pues hoy una talla que inició siendo 8 es llamada talla 0. Mientras en Estados Unidos ocurre este fenómeno, en Europa es todo lo contrario, las tallas se han encogido en sus anchos y en un mundo globalizado la confusión que esto crea en las personas es enorme. Si han visto la película The Devil Wears Prada, hay una escena en la que Nigel le dice a Andy que la talla 6 es la actual talla 14 reflejando el cambio de tallas que se ha visto en la industria.
Sea una estrategia psicológica de venta o se trate simplemente de la inflación de las tallas para adaptarse a los cuerpos de la sociedad actual, lo cierto es que estas medidas no son estáticas y responden a muchas características tanto de la sociedad en general como del nicho de mercado al que cada marca le hable. Sin que exista un estándar nacional o internacional de tallaje, cada marca se ve en la necesidad de crear su propio cuadro de tallas. Esta es la tarea que me encuentro realizando, no ha sido fácil porque al profundizar en la investigación me he encontrado con una problemática que como mencioné antes, se relaciona con temas muy sensibles. Al final considero que aunque soy partidaria de la ropa hecha bajo pedido y a la medida como alternativa sostenible para evitar desperdicio por deadstock, también reconozco la importancia de que un negocio de moda cuente con tallaje que le permita mantener el ritmo actual de la industria, facilitar la venta a través de distintos canales, llegar a nuevos clientes, ser inclusivo desde el punto de vista de su nicho de mercado, entre muchos otros aspectos que se relacionan directamente con un buen tallaje.